jueves, 24 de marzo de 2016

[Comentario] Sección Femenina de la Falange


La Sección Femenina fue una institución nacida a impulsos de la Falange e inspirada en la autenticidad, el rigor y la inquietud revolucionaria que José Antonio Primo de Rivera infundió a su Movimiento. 

Además de adoptar el emblema del yugo y las flechas, como los demás falangistas, convirtió a Isabel la Católica y a Santa Teresa de Jesús en arquetipos, modelos, símbolos y bandera. Su objetivo era fomentar entre las mujeres el espíritu nacionalista y sindicalista y, en general, los valores que también eran promovidos por la Falange. Para esto se apoyaron en la educación teórica y práctica del catolicismo, convirtiéndola en una disciplina fundamental en sus escuelas y centros de instrucción. 

Consideraban que el fin esencial de la mujer es servir de complemento al hombre, formando con él, individual o colectivamente, una perfecta unidad social. Potenciaban la visión de la mujer como valida únicamente para ser madre y cuidar de la casa, fomentando los valores tradicionales que evocaban la figura de la madre y de la esposa sumisa como prototipo femenino. El punto de vista de las mujeres era que nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho en una visión extremadamente machista.

La Sección Femenina desempeñó su labor en las oficinas del Estado Mayor, en las cárceles, en las enfermerías y en los lavaderos de los frentes. Recaudaron fondos para la guerra y organizaron talleres de costura para confeccionar la ropa de los soldados.

Franco les entregó el Castillo de la Mota de Medina del Campo y lo vieron como un símbolo de unidad entre el pasado y el presente. La Mota llegó a ser el centro creador y propulsor de la Sección Femenina.

Su fundadora y única Delegada Nacional de la misma durante los 43 años de existencia fue Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio. Quién vivió las horas difíciles de la persecución y de la guerra, conoció el éxito y el fracaso, la alegría y la decepción, y alcanzó a ver como la Sección Femenina, obra de su vida, era fríamente destruida sin que nadie dijera nada en su defensa.

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