- El mayor: Se aplicaba sobre los productos generales, como los cereales, vinos, aceites, vacas, ovejas, etc.,
- El menor: Comprendía los bienes más específicos como aves de corral, legumbres, hortalizas, miel, etc.
Los diezmos se distribuían por tercios en función de su destino, un tercio se dedicaba a la construcción de iglesias, otro a sufragar los gastos del personal eclesiástico y, el último, a cubrir las necesidades capitulares. El castigo más eficaz para evitar el fraude fue la excomunión, que no se levantaba hasta que el contribuyente pagara la totalidad de las cantidades debidas. Los ingresos obtenidos eran recogidos por el “colector” y entregados a los párrocos, abades y obispos. Para facilitar este proceso los vecinos podían nombrar a un “dezmero”, que iba retirando los productos de las casas de los contribuyentes
En ocasiones, la recaudación perdía su sentido originario al ser percibida por los señores feudales, como consecuencia de ser patronos de un monasterio o iglesia o de haber comprado los derechos recaudatorios a la Iglesia. A pesar del nombre, el tipo aplicado variaba según los objetos gravados y las regiones, por lo que no siempre alcanzaba el diez por ciento.
En 1837 se acordó la supresión de los diezmos en España, pero las necesidades de recursos para la Primera Guerra Carlista, obligaron a diferir la efectividad de la medida hasta la conclusión del conflicto. En 1841 nació la contribución de culto y clero que supuso, que el impuesto siguiese incidiendo aunque fuese con otro nombre.
Pues bien tras dos siglos de aprendizaje y errores del diezmo, como afirma el artículo anterior, se sigue pagando en algunos casos donde las tierras trabajadas siguen siendo propiedad de la Iglesia. Este es el caso de una familia de A Coruña que tras haberse eliminado el objetivo por el que pagaban este impuesto, la Fundación eclesiástica encargada de esas tierras les reclamo 10 años de "deudas", cosa que me parece absurda al ser algo propio de la edad media, a día de hoy, tras haberse aprobado leyes que no obligan a pagar este tipo de impuestos y si esas tierras pertenecían a la Iglesia, deberían de haber sido devueltas o compradas por los arrendados y no llegar a situaciones tan arcaicas como lo que le sucedió a esta familia y quien sabe si sucede aún en más sitios.
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